lunes, 12 de agosto de 2013

A ti, mal escrito

Como cuando sientes la cabeza hecha líos y te sientes embriagada y ausente, con las lágrimas atoradas y la garganta con palabras agolpadas en la campanula. Y tienes tanto qué agradecer y tanto que reír y tanto que llorar y ya no lo haces.

Y lloré. E inocentemente unos me decían que no llorara y que estuviera tranquila y fuerte y otros preguntaban si estaba bien. Estoy tranquila, no veo venir desmayos, ni ataques de pánico ¡que no mamen!. No, carajo ¡No estoy bien! ¿Cómo se supone que debo estar? ¡Y soy fuerte, no mamen! ¿Me ven cara de escuincla pendeja o qué?

Pues hoy es uno de esos días, raro, sordo, nublado. Hoy es un día de esos que esbozan una sonrisa en la boca porque sé que no te cansas por caminar ni por nada. Y tu bolso negro no va pesar porque cargues medicamento. Hoy se esboza una sonrisa porque tus ojos lo ven todo.

Seguro lo que me impide estar bien entonces, es ese egoísmo exclusivamente humano porque ya no te voy a escuchar reír ni decir "¡cu-cu!" y ya no voy a salir corriendo a buscarte cada vez que necesite consuelo o escuchar a alguien que no me crea loca o exagerada.

Eras como una niña grandota, con la ventaja de tus años y tu experiencia. Eras chismosona y me pedías que te contara todo y ponías una flor con emoticon. ¡Eras terca! Me contabas tus penas que a mis oídos eran bobadas y pese a mis intentos de hacerte sentir mejor seguías de necia.

Eras mi amiga ¡hasta mi propia madre lo dice! y tenías su edad. Me cuidaste enferma, me consolaste cuando lloré, me alimentaste el alma, me diste queso y me diste una partecita de tu enorme corazón.

Gracias.

No hay comentarios: